Los vendedores de la playa de Boca Chica y sus alrededores se enfrentan a la posibilidad de ser desalojados por las autoridades municipales. El Sindicato de Trabajadores Playeros de Boca Chica denunció esta situación, afirmando que los líderes del partido que eligieron, el PRM, los están traicionando al intentar expulsarlos de la zona. Estos trabajadores, que ofrecen comida y mesas a precios más asequibles que los restaurantes, expresan sentirse desamparados y engañados por quienes recibieron sus votos en las elecciones pasadas.

En una reunión matutina en la playa de Boca Chica, decenas de trabajadores se congregaron para protestar por la amenaza de desalojo. David Guzmán, uno de los líderes sindicales, acusó al actual alcalde de querer deshacerse de ellos para favorecer sus propios intereses. A pesar de que el alcalde fue elegido con el apoyo mayoritario de estos trabajadores, ahora pareciera que está dispuesto a quitarles su modo de vida para beneficiarse a sí mismo.

Juan Caminero, otro representante del sindicato, denunció la situación como un acto de dictadura por parte del alcalde. Aseguró que los trabajadores se encuentran desamparados por las autoridades locales y que la decisión de desalojarlos afectaría la fuente de ingresos de 34 padres de familia. Los trabajadores se sienten abandonados por las promesas incumplidas de quienes ahora buscan expulsarlos de la playa donde han trabajado durante años.

Julio César Herrera, miembro del sindicato y de la asociación de vendedores, expresó su vergüenza al verse traicionado por el alcalde del PRM, partido al que apoyaron en las elecciones. Durante la campaña electoral, el alcalde prometió no molestar a los trabajadores, pero ahora parece haber cambiado de opinión, poniendo en riesgo los empleos de los vendedores de la playa. El sentimiento de impotencia es evidente entre los trabajadores, quienes se ven al borde de perder sus medios de subsistencia.

Ante esta situación, los trabajadores realizaron un llamado al presidente de la República, Luis Abinader Corona, pidiendo su intervención. Señalaron que son personas honradas que solo buscan ganarse la vida de manera honesta y que no merecen ser desalojados de la playa. Los vendedores mostraron su menú de precios asequibles para demostrar que su oferta es accesible para los visitantes, contribuyendo así a la economía local y permitiendo que aquellos con menos recursos puedan disfrutar de un día de playa. Sin embargo, la incertidumbre sobre su futuro laboral sigue en el aire, mientras luchan contra la posible expulsión de la zona donde han trabajado durante décadas.

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