Ellen Rachel Craig, una neozelandesa, fue condenada a nueve años de prisión en Sídney, Australia, por matar a su hija de dos años en 1987 en una granja comunal de la secta Ministerio de Dios. La pequeña Tillie Craig murió tras recibir una paliza con una tubería de plástico por no barrer bien, un castigo habitual en la secta. Craig ocultó el crimen durante más de tres décadas hasta que un antiguo miembro del grupo lo denunció a la policía.
El tribunal de Nueva Gales del Sur condenó a Craig, de 62 años, a la pena máxima por homicidio, incluyendo seis años en los que no podrá solicitar libertad condicional. La acusada se declaró culpable en junio y expresó su arrepentimiento. La jueza Natalie Adams indicó que cree en la posibilidad de reinserción de Craig, pero lamentó que su arrepentimiento haya llegado tarde. El padre de la víctima, Gerard Stanhope, afirmó en un escrito que la pérdida de su hija es una herida que nunca cicatriza.
Craig amonestó y golpeó a su hija con una tubería de plástico en 1987 por no barrer bien, y al ver que había fallecido, colocó el cadáver en una bañera. Luego, miembros de la secta incineraron el cuerpo en la granja de Oberon, Nueva Gales del Sur, y obligaron a todos a guardar silencio. La madre había dicho anteriormente que había dado a la niña en adopción, pero en realidad fue expulsada de la secta y volvió a Nueva Zelanda, donde cambió de nombre.
Un exmiembro del grupo reveló el crimen a la policía australiana en 2019, lo que llevó a la reapertura del caso y la confesión de Craig. En un escrito, la condenada expresó que nunca se perdonará por lo que hizo y que solo puede tratar de vivir con ello y expiar la culpa. Durante su tiempo en la secta, se sentía distante de su hija y quiere cumplir su pena para que se haga justicia. La madre fue extraditada y ahora cumplirá su condena en prisión.
La historia de la pequeña Tillie Craig conmocionó a Australia y llevó a la condena de su madre por homicidio. A pesar de que los hechos ocurrieron en 1987, la verdad tardó más de tres décadas en salir a la luz, gracias a la valentía de un exmiembro de la secta que dio a conocer el crimen a las autoridades. La decisión del tribunal de imponer la máxima pena a Ellen Rachel Craig refleja la gravedad de sus acciones y el impacto que tuvieron en la vida de su hija y de su familia.