Tras un debate presidencial negativo para Joe Biden en Atlanta, la duda de si será reemplazado surgió en el ambiente. A pesar de prepararse intensamente, Biden, de 81 años, apareció en el debate con problemas de voz, lentitud y dificultad para concluir frases. Por otro lado, su rival, Donald Trump, tres años más joven, se mostró contenido y enérgico. El final del debate mostró a la primera dama ayudando a Biden a bajar las escaleras, lo que generó preocupación en la campaña del presidente.
Los republicanos rápidamente aprovecharon la situación para criticar a Biden y cantar victoria en la sala de prensa contigua al debate. Aliados de Trump como Vivek Ramaswamy expresaron preocupación por la capacidad de Biden para seguir como presidente y predecían una batalla interna en el Partido Demócrata para reemplazarlo. Senadores republicanos como Marco Rubio y Tim Scott se mostraban confiados en la victoria de Trump y aspiraban a ser vicepresidentes en un segundo mandato.
El equipo de Biden intentó controlar los rumores sobre un posible reemplazo. A pesar de las caras largas y la incredulidad en las filas demócratas, intentaron trasmitir optimismo. El gobernador de California, Gavin Newsom, negó rotundamente que estuviera listo para reemplazar a Biden, dando su apoyo al presidente. La campaña demócrata destacó la visión positiva de Biden frente a un Trump que busca acabar con la democracia y el derecho al aborto.
El debate entre Biden y Trump, que tuvo lugar en un momento en el que ambos candidatos estaban empatados en las encuestas, resultó crucial. Según un sondeo de la CNN, un 67% de los encuestados consideró a Trump como el claro ganador. A pesar de esto, el Partido Demócrata aún debe celebrar su convención nacional para nombrar formalmente a su candidato en agosto en Chicago. Técnicamente, aún habría tiempo para un reemplazo, pero sería algo sin precedentes en la historia política de Estados Unidos.