Hoy se recuerda el 61 aniversario del golpe de estado contra el presidente Juan Bosch, un acontecimiento triste en la historia de la República Dominicana debido a la intolerancia política y las luchas por el poder de la época. Grupos militares, la Iglesia Católica y la oligarquía estuvieron involucrados en el derrocamiento del líder político y truncaron las reformas institucionales, políticas y sociales que había iniciado. Bosch, el primer presidente elegido democráticamente después del ajusticiamiento de Rafael Leonidas Trujillo, fue derrocado siete meses después de asumir el poder en 1963.
Juan Bosch fue postulado por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), conocido por su lucha contra el trujillismo que oprimió a los dominicanos durante muchos años. Ganó las elecciones con cerca del 60% de los votos válidos emitidos, enfrentándose a Viriato Alberto Fiallo Rodríguez del partido Unión Cívica Nacional. Su gobierno es considerado el más democrático y progresista del siglo XX en el país debido a las acciones que tomó a favor de la institucionalidad, el desarrollo económico y el bienestar de los ciudadanos.
Bosch promulgó una nueva Constitución en 1963 que prohibía la reelección presidencial, garantizaba las libertades públicas, la igualdad de los hijos, eliminaba el latifundio y evitaba las prisiones por razones políticas. También incluyó derechos laborales, sindicales, de mujeres embarazadas, personas sin hogar, niñez, familia, juventud y agricultores. Su gobierno condenó el latifundio y prohibió a los extranjeros poseer tierras en el país.
Una de las principales medidas económicas propuestas por Bosch fue una reforma agraria para beneficiar a 79,000 familias de agricultores. Mediante la ley No. 31, los exportadores debían entregar al Banco Central el 100% de las divisas obtenidas en sus exportaciones y pagar anticipos de impuestos. Sin embargo, a pesar de las acciones progresistas de Bosch, fue derrocado en septiembre de 1963 por grupos militares, eclesiásticos y de la oligarquía, lo que marcó un retroceso en el avance democrático y social del país.
El golpe de estado contra Juan Bosch y la interrupción de sus reformas institucionales y políticas dejaron una marca triste en la historia de la República Dominicana. A pesar de haber sido un gobierno democrático y progresista, su mandato fue cortado abruptamente por aquellos que no estaban de acuerdo con sus ideales. El legado de Bosch, sin embargo, sigue siendo recordado y valorado por muchos dominicanos que reconocen su lucha por un país más justo y equitativo. A pesar de las circunstancias de su derrocamiento, el espíritu de Bosch vive en la memoria colectiva del pueblo dominicano.