En su artículo publicado en Listín Diario, Julio Sánchez Maríñez plantea una pregunta crítica sobre la excesiva complejidad administrativa en la República Dominicana: ¿Por qué un país tan pequeño como la República Dominicana, con poco más de 48,000 kilómetros cuadrados y 11,5 millones de habitantes, necesita 23 ministerios? Esta pregunta abre la puerta a una conversación más amplia sobre la reforma del sector público y las ineficiencias que a menudo afectan a naciones más pequeñas con estructuras gubernamentales desproporcionadas.

Sánchez Maríñez, Rector del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), destaca el reciente debate sobre la propuesta de fusión del Ministerio de Educación (MINERD) y el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT). Su análisis toma un enfoque matizado, señalando que de 21 países iberoamericanos, solo cuatro (Cuba, Venezuela, España y la República Dominicana) mantienen ministerios separados para la educación primaria y superior. Para la mayoría de las demás naciones, un ministerio unificado supervisa todo el sistema educativo, desde la escuela primaria hasta las universidades.

Sin embargo, Sánchez Maríñez cuestiona si esta fusión propuesta se está interpretando correctamente. Señala que muchos ven la fusión como un ministerio absorbiendo al otro, con MINERD, el más grande de los dos, absorbiendo a MESCyT. Desafía esta noción proponiendo un marco diferente: ¿Y si no estuviéramos hablando de una fusión, sino de una reinvención? Este cambio de perspectiva podría convertir la conversación de una reorganización burocrática en una genuina oportunidad de innovación y reforma.

El concepto de reinvención es un punto clave en el argumento de Sánchez Maríñez. Se inspira en el mundo empresarial, donde las fusiones a menudo conducen a una entidad nueva y reimaginada, en lugar de que una organización simplemente domine a la otra. De la misma manera, una verdadera reinvención de los ministerios de educación de la República Dominicana podría llevar a un sistema más eficiente, cohesionado y dinámico. Sugiere que "una fusión que no reinventa terminaría en ficción", lo que implica que sin un cambio sustancial, la fusión sería superficial y no lograría resultados significativos.

Una de las fortalezas de su argumento es su enfoque en gobernanza, diseño y experiencia. Él enfatiza que los ministerios son responsables de establecer y guiar políticas públicas, "para dirigir el barco", como él lo expresa, mientras que las agencias especializadas se encargan de la ejecución. En este sentido, un ministerio de educación recién diseñado necesitaría ser más que una simple combinación de MINERD y MESCyT. Necesitaría una estructura de gobernanza cuidadosamente elaborada que tenga en cuenta las distintas necesidades de varios subsistemas educativos, desde la educación primaria hasta la educación superior.

Además, imagina este nuevo ministerio como ambidiestro, capaz de navegar las responsabilidades duales de gestionar tanto escuelas como universidades. Esto requeriría no solo expertos en educación, sino también profesionales de diversos campos, incluidos economistas, ingenieros, sociólogos y especialistas en políticas, que podrían ayudar a guiar los complejos procesos necesarios para un sistema educativo funcional y eficiente.

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