La artista dominicana Raquel Paiewonsky está interesada en explorar el cuerpo y sus pulsaciones naturales como parte del escenario que nos rodea, desafiando nociones preconcebidas sobre género, raza, clase, espiritualidad y desarrollo. Esto se refleja en su muestra "Amor, amor: pulsaciones de la tierra, la casa y la piel", que se exhibe en una residencia familiar restaurada en el Centro Histórico de Santo Domingo.
El proyecto expositivo de Paiewonsky celebra la relación transversal entre el cuerpo, el espacio íntimo y la naturaleza a través de nueve obras en distintas disciplinas. La artista busca producir obras de semántica abierta que puedan iniciar conversaciones y reflexiones necesarias, permitiendo que los espectadores generen sus propias ideas y cuestionamientos sobre la obra y sus temas.
Las obras que componen esta exposición han sido producidas en un período de más de dos años y se basan en una producción artística previa de décadas. Paiewonsky destaca que este momento en su carrera le ha llevado a honrar las prácticas artísticas que la preceden y a presentar su trabajo de una manera que considera adecuada para la escala y el significado de la muestra.
La artista ha asumido la independencia y los retos que implica gestionar y producir un proyecto cultural más allá de los museos y el apoyo institucional. Considera que este proyecto es una celebración de la vida de aquellos que ama, tanto los presentes como los ausentes, y ha afinado su interés en lo simple, básico y esencial en su proceso creativo.
Las obras de Paiewonsky rinden homenaje a los poderes femeninos y buscan fomentar un diálogo activo en el ámbito artístico nacional, reconociendo al arte como un proceso de aprendizaje y un vínculo a través de la narrativa artística. La muestra está curada y criticada por Rossina Cazali, quien destaca la inclusión de la palabra amor como un desafío para reflexionar sobre los afectos y las pulsiones naturales en la experiencia humana.
La exhibición, compuesta por nueve cuerpos en distintas disciplinas, busca explorar la intersección entre el amor y las pulsiones de la naturaleza como una teoría y práctica significativa y urgente. En este sentido, se propone una mirada que trascienda las interpretaciones históricas y las complejidades del amor, invitando a los espectadores a reflexionar sobre la relación entre el ser humano, el cuerpo, el entorno natural y los afectos.