La nostalgia por el pasado relacionado con el carbón sigue presente en el condado de Luzerne, en Pensilvania, donde se libra una intensa batalla por votos entre Kamala Harris y Donald Trump, debido a la importancia de los 19 votos electorales del estado. Pensilvania refleja la polarización social de Estados Unidos, con núcleos urbanos que favorecen a los demócratas y entornos rurales desindustrializados que apoyan a los republicanos. Muchos trabajadores sindicados en el estado podrían resultar clave para determinar la victoria de Harris o Trump.

En los ochenta, gran parte de la industria pesada de Pensilvania -principalmente acero y carbón- cerró, dejando a muchas familias sin empleo y a antiguos trabajadores sumidos en deudas y adicciones. A pesar de que todavía hay presencia de la industria del acero en Pittsburgh, Pensilvania se ha diversificado hacia una economía basada en servicios sanitarios, gas natural, centros logísticos de empresas como Amazon o Walmart, agricultura y productos lácteos. El estado mantiene una tasa de desempleo baja y unos ingresos medios por hogar superiores a la media nacional.

En Pensilvania, un estado muy polarizado, las preocupaciones económicas, como la inflación y la fiscalidad, siguen siendo importantes para los habitantes. Mientras algunos votantes como Letitia en Reading no votarían a Trump por considerar que beneficiaría a las grandes empresas en detrimento de los pobres; otros, como Kathy en Lancaster, ven en Trump un candidato capaz de contener los precios de las viviendas ante la escasez de inmuebles. Los temas como la economía, el aborto o la inmigración preocupan a la población de Pensilvania, aunque la percepción puede variar según la comunidad a la que pertenezcan.

Los analistas coinciden en que el futuro de Pensilvania, y posiblemente el de todo Estados Unidos, depende de los suburbios y extrarradios de ciudades como Filadelfia y Pittsburgh, donde el votante está más abierto a cambiar de opinión. Demócratas y republicanos adaptan sus estrategias en base a estos sectores de la población, invirtiendo considerables sumas de dinero en propaganda electoral. En este estado clave, las empresas no partidistas también portan mensajes políticos, como el caso de la firma Outreach que promueve el mensaje de "aborto seguro y libre".

En definitiva, Pensilvania se presenta como un estado vital en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, donde la lucha por los votos entre Harris y Trump se intensifica. La diversificación de la economía y la presencia de trabajadores sindicados otorgan un papel determinante a este estado, cuya población se ve influenciada por preocupaciones económicas y sociales comunes al resto del país. El futuro de Pensilvania y, posiblemente, el de toda la nación, se definirá en los suburbios y extrarradios de las principales ciudades, donde los votantes aún pueden cambiar su decisión hasta el día de las elecciones.

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