En Puerto Príncipe, la mitad de las 1,125 personas que viven en el Gymnasium Vincent son menores de edad, refugiados que han huido de la violencia en Haití. Este centro deportivo se ha convertido en un refugio improvisado para 225 familias que buscan protección de las bandas armadas que dominan la capital. La situación de inseguridad es constante, con enfrentamientos entre la policía y los bandidos que ponen en peligro la vida de los refugiados.
En agosto del año pasado, el centro deportivo se transformó en refugio en medio de la crisis que atraviesa el país. Los enfrentamientos armados son frecuentes, y las balas llegan hasta las paredes del recinto deportivo, poniendo en riesgo la seguridad de los residentes. La violencia se intensificó a principios de marzo pasado, cuando miles de presos se fugaron de las cárceles y se generó un clima de caos en la ciudad.
El miedo e incertidumbre son constantes en el Gymnasium Vincent, donde las familias viven en pequeñas carpas en condiciones precarias. Además del temor a las pandillas y los disparos, ahora se suma el miedo a la temporada de huracanes en el Atlántico. A pesar de la difícil situación, los refugiados prefieren quedarse en el campamento y esperar a que la misión multinacional de apoyo a la seguridad llegue para enfrentar a las bandas y garantizar la vuelta a sus hogares.
Joseph Richards, uno de los responsables del refugio, expresa su deseo de un futuro mejor para Haití, pero se muestra pesimista ante la situación del país. A pesar de la llegada del designado primer ministro, Garry Conille, no ve solución a la crisis que enfrentan, con un panorama de inseguridad que parece no tener fin. La esperanza está puesta en la intervención de la misión multinacional para restablecer la seguridad y permitir a las familias regresar a sus hogares.
La incertidumbre y el temor se han vuelto parte de la vida diaria de los refugiados en el Gymnasium Vincent, quienes esperan poder volver a sus hogares en un futuro cercano. Mientras tanto, se enfrentan a una realidad de violencia y precariedad que parece no tener fin, a la espera de mejores días para Haití. La misión multinacional de apoyo a la seguridad se presenta como una esperanza de paz y estabilidad para un país que ha sufrido demasiado a causa de la violencia.