En la República Dominicana, el embarazo en adolescentes ha disminuido un 26.6% en el primer trimestre del año en comparación con el mismo período del año anterior. A pesar de ser el país con la tasa más alta de fecundidad adolescente en América Latina, se ha observado una tendencia a la baja en embarazos en niñas y jóvenes de entre 10 y 19 años, gracias a programas de educación sexual integral implementados por instituciones estatales. En los primeros tres meses del año se registraron 4,484 embarazos en adolescentes, lo que representa una reducción de 1,623 casos en comparación con el año anterior.

Seis provincias en República Dominicana han logrado mejorar sus cifras en embarazos adolescentes, siendo priorizadas por la Política de Prevención y Atención a las Uniones Tempranas y el Embarazo en Adolescentes. Estas provincias incluyen Puerto Plata, San Juan de la Maguana, Barahona, San Cristóbal, San Pedro de Macorís y Dajabón. Aunque Dajabón y San Cristóbal continúan teniendo altas tasas de embarazos en edad temprana, se ha observado una disminución significativa en comparación con años anteriores. Por ejemplo, en Dajabón se registraron 199 embarazos en 2022, que descendieron a 110 en 2023, y solo 37 en el primer trimestre de 2024.

Según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas, el embarazo en adolescentes tiene un costo de 245 millones de dólares cada año para la República Dominicana, lo que representa el 0.29% del producto interno bruto (PIB) del país. Seis de cada diez adolescentes embarazadas en República Dominicana no logran completar su educación secundaria, lo que agrava aún más las consecuencias de este fenómeno. Además, se estima que 123 adolescentes mueren por cada 100,000 nacimientos de madres en este grupo de edad, lo que también representa una pérdida significativa para la sociedad.

A pesar de las mejoras observadas en la reducción del embarazo en adolescentes en República Dominicana, todavía es necesario seguir trabajando en la implementación de programas de educación sexual integral y en la prevención de embarazos tempranos. La inversión en este tipo de programas no solo ayuda a reducir las tasas de embarazo en adolescentes, sino que también contribuye al bienestar de las jóvenes y al desarrollo de la sociedad en su conjunto. Es importante continuar monitoreando y evaluando los avances en este sentido para garantizar que se siga avanzando en la protección de los derechos y la salud de las adolescentes en el país.

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