La indulgencia en los católicos es un modo de redescubrir la ilimitada misericordia de Dios, es la total remisión de la pena temporal de los pecados, ya perdonados, concedida por la Iglesia. Por ello, tal y como se ha publicado en la Bula de convocación del Jubileo Ordinario del año 2025, se establecen las modalidades, prácticas y lugares sagrados en todo el mundo para obtenerla en el próximo año jubilar. En el año 2015 en la convocatoria del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, el Papa Francisco explicó que el don de la Indulgencia "permite descubrir cuán ilimitada es la misericordia de Dios". En la actualidad, el Papa ha convocado a los religiosos al Jubileo Ordinario del 2025, donde ha expresado que "la humanidad está sometida a una prueba nueva y difícil que ve a numerosas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia".
Para obtener la indulgencia, la Penitenciaría Apostólica aprovechó la celebración de la memoria de la Virgen de Fátima y explicó el decreto con las indicaciones y normativas necesarias para obtener la "gracia" especial. De manera especial, el decreto de la Penitenciaría apostólica ha recalcado la participación en las peregrinaciones: tanto las que se realizan en Roma en, al menos, una de las cuatro Basílicas Papales Mayores, como a Tierra Santa, también en al menos una de sus tres basílicas. Otra forma de conseguir la indulgencia es a través de la participación en la Misa, el Rosario, el Vía Crucis y demás celebraciones en peregrinación a cualquier lugar sagrado jubilar u otras circunscripciones eclesiásticas.
En la convocación del Jubileo Ordinario 2025, el Papa Francisco ha expresado que, durante este tiempo, "estaremos llamados a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria". Las Normas de la Penitenciaría aclaran que la indulgencia está "vinculada también a las obras de misericordia y de penitencia". Por ello, en la invitación a los creyentes se invita a redescubrir las obras de misericordia corporales y espirituales, eligiendo visitar a los enfermos, a los presos, a los ancianos solos, a las personas con capacidades diferentes, será posible obtener la indulgencia en cada visita, incluso una vez al día.
La posibilidad de la indulgencia se liga también a iniciativas que incluyan el espíritu penitencial, reconocido como el alma del Jubileo. Una de las formas es redescubrir "el valor penitencial del viernes" con la abstención al menos durante un día de distracciones "reales pero también virtuales", de "consumos superfluos", practicar el ayuno como indica la Iglesia, por ejemplo, "donando una suma proporcionada de dinero a los pobres" o "sosteniendo obras de carácter religioso o social", en favor de la defensa y protección de la vida. Además, se recomienda dedicar una parte adecuada del tiempo libre a actividades de voluntariado.
El Año Santo se establece como periodo especial para experimentar el perdón divino, y se establece un espacio para facilitar el acceso a la Confesión. La Penitenciaría, al presentar las Normas, explica que los obispos e invitaciones a los sacerdotes, se debe "ofrecer con generosa disponibilidad y entrega de sí mismos la más amplia posibilidad de que los fieles se acojan a los medios". Se recomienda a los obispos explicar claramente las disposiciones y principios que subyacen a la concesión de indulgencias, con una formación que tenga en cuenta las circunstancias de lugar, cultura y tradiciones de cada pueblo.

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