El comisionado general Marcos Alberto Acuña Avilés, jefe de escolta del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, fue detenido por la Policía Nacional por desobedecer órdenes superiores y poner en riesgo la seguridad ciudadana. Se le impuso baja deshonrosa y será juzgado por incumplimiento de deberes, desobediencia e insubordinación. La Policía no ofreció detalles sobre la desobediencia ni el lugar de detención. Su destitución fue revelada por el periodista Carlos Fernando Chamorro, quien informó que fue por una discusión con Rosario Murillo, vicepresidenta de Nicaragua.

Acuña Avilés era parte del equipo de seguridad de Ortega desde la década de 1990 y fue ascendiendo de rango hasta convertirse en jefe de escolta presidencial en 2007. La destitución del ahora exjefe de escolta presidencial ha dejado en evidencia pugnas internas dentro del sandinismo. Según el analista político Oscar René Vargas, el Gobierno de Ortega está en su etapa final, marcada por una implosión interna. Ortega y Murillo buscan establecer una dinastía familiar y emplean su poder absoluto para socavar las libertades y los derechos humanos.

El tema de la sucesión familiar ha generado conflictos dentro del sandinismo, como la calificación de "traidor a la patria" a Humberto Ortega, hermano menor de Daniel Ortega. Humberto cuestionó la sucesión dictatorial de su hermano y está bajo vigilancia en su residencia en Managua. Según disidentes, la purga en el sandinismo se ha intensificado en el último año, especialmente cuando Ortega otorgó plenos poderes a uno de sus hijos para negociar acuerdos con China y Rusia. Esta situación ha generado fisuras en el sandinismo y ha sido motivo de controversia en la sociedad nicaragüense.

La detención de Acuña Avilés y su posterior destitución son reflejo de las tensiones internas en Nicaragua, donde el Gobierno de Ortega enfrenta críticas por el autoritarismo y la falta de respeto a los derechos humanos. La situación política en Nicaragua es cada vez más volátil, con la presencia de presos políticos y exiliados que denuncian persecución por parte del Gobierno. La destitución de un oficial de alto rango como Acuña Avilés pone de manifiesto la fragilidad de la estabilidad política en el país.

La sociedad nicaragüense se encuentra dividida entre quienes apoyan al Gobierno de Ortega y quienes lo critican abiertamente. Las protestas y manifestaciones en las calles son cada vez más frecuentes, evidenciando la insatisfacción de la población con las políticas gubernamentales. La detención de Acuña Avilés es solo un ejemplo más de las tensiones que se viven en Nicaragua y que podrían desencadenar una crisis política de mayores proporciones en el futuro cercano.

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