Los líderes de la OTAN han diseñado una estrategia "a prueba de Trump" durante su cumbre en Washington para seguir ayudando a Ucrania y proteger a la institución ante el posible regreso del expresidente a la Casa Blanca después de las elecciones de noviembre. A pesar de la ausencia de Trump en la cumbre, su influencia fue evidente, con los mandatarios buscando preparar a la Alianza para un escenario donde un líder escéptico vuelva a dirigir el país más poderoso en la organización.
Se aprovechó la cumbre para colocar los principales elementos de ayuda a Ucrania bajo la cobertura de la OTAN y desvincularlos un poco de Washington, que proporciona la mayor parte de los recursos. Además, se eligió a Mark Rutte como nuevo secretario general, un hábil negociador que ha estado impulsando el gasto en defensa, un punto de conflicto con Trump. Este último ha criticado a la Alianza por considerar que los miembros pagaban muy poco antes de su llegada.
Las preguntas de la prensa se centraron en cómo asegurar el futuro de la organización frente a Trump, quien ha tenido una retórica dura con la Alianza. El secretario general actual, Jens Stoltenberg, comparó la OTAN con un matrimonio que requiere esfuerzos diarios para mantenerse unido. Para garantizar ese futuro, la elección de Rutte como secretario general busca aprovechar su experiencia en el consenso y su buena relación con Trump.
Durante la cumbre, se realizaron varios anuncios destinados a poner a la Alianza y la ayuda a Ucrania a prueba de Trump. Se acordó que el comandante supremo para Europa coordinará la entrega de ayuda a Ucrania desde bases en Alemania y países cercanos, mientras que los aliados se comprometieron a proporcionar al país una cantidad mínima de fondos para equipos militares en 2025. También se incrementó la inversión en defensa para apaciguar las críticas de Trump.
Los países de la OTAN han aumentado su gasto militar en los últimos años, especialmente después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha reconocido que Trump tenía razón al exigir un mayor compromiso financiero de los miembros de la OTAN. Antes de la invasión rusa, solo siete países habían alcanzado el objetivo de destinar el 2% de su PIB al gasto militar, cifra que se ha incrementado en la actualidad.