La Organización de las Naciones Unidas ha aumentado sus previsiones de crecimiento para la economía mundial en 2024 y 2025, situándolas en un 2.7 % y 2.8 % respectivamente. A pesar de ser un panorama "cautelosamente optimista", aún existen vulnerabilidades como los altos tipos de interés, tensiones geopolíticas y riesgos climáticos. Se espera que el crecimiento mundial en los próximos años sea inferior al promedio registrado entre 2010 y 2019, que fue del 3.2 %. Las proyecciones han mejorado desde enero, principalmente debido a que las grandes economías han evitado la recesión manteniendo la inflación baja y el desempleo estable.
En cuanto a las perspectivas económicas, Estados Unidos, China, Brasil, India y Rusia presentan un crecimiento proyectado positivo. Por su parte, Europa se muestra con un crecimiento modesto, aunque las medidas anunciadas por el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra pueden influir positivamente. Sin embargo, el panorama se torna más incierto para las economías en desarrollo, especialmente en África, donde la proyección de crecimiento ha disminuido desde enero, amenazando a gran parte de la población pobre del mundo. En América Latina, la región enfrenta problemas estructurales como la inflación elevada, altos tipos de interés y inestabilidad política, lo que la cataloga como una región de crecimiento bajo.
La inflación en América Latina disminuirá en 2024, a pesar de que el crecimiento económico será más bajo en comparación con años anteriores. En países como Brasil y México se espera un desinflamiento económico debido a diversos factores como altos tipos de interés y condiciones monetarias estrictas. Argentina continúa en recesión, lo que ha sucedido en numerosas ocasiones en las últimas décadas. Por otro lado, el desempleo sigue creciendo en países como Brasil, Chile, Colombia y Uruguay, mientras que los altos niveles de endeudamiento afectan a toda la región de manera generalizada.
En general, la situación económica mundial se presenta con ciertos aspectos optimistas, pero también con vulnerabilidades que podrían afectar el crecimiento en los próximos años. Las grandes economías como Estados Unidos y China mantienen perspectivas positivas, mientras que Europa experimenta un crecimiento modesto. En contraste, las economías en desarrollo, especialmente en África y América Latina, enfrentan desafíos importantes como la inflación elevada, altos tipos de interés y problemas estructurales que limitan su crecimiento económico. Es necesario seguir de cerca la evolución de estos factores para entender cómo pueden impactar la economía global en el futuro.