El Informe Social Mundial de 2024 del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU revela que la desigualdad entre los países se ha disparado en 2020 y no ha vuelto a disminuir desde entonces. El director de la división de Análisis y Política Económica del DESA, Shantanu Mukherjee, destacó el impacto persistente de las crisis en los países más pobres. Se estima que la pérdida de oportunidades de inversión debido a las crisis supondrá una pérdida acumulada de 50 billones de dólares entre 2020 y 2030.

El servicio de la deuda en los países pobres, combinado con altas tasas de desempleo que aceleran las desigualdades, representa una carga que supera el gasto público en áreas como la sanidad, la educación y las infraestructuras. Esto obstaculiza el avance hacia las metas de desarrollo social. Además, el mundo está peor preparado para responder a emergencias como las sanitarias, y las protecciones sociales mínimas se encuentran principalmente en países ricos. Solo la mitad del mundo tiene acceso a al menos una prestación de protección social.

El informe destaca que los sistemas de protección social fuertes permiten afrontar mejor las crisis, y recomienda regular mejor los mercados de seguros para ampliar las coberturas. Se enfatiza la necesidad de acuerdos internacionales para dar margen de actuación a los países que necesitan aliviar su carga de deuda y poder implementar políticas de desarrollo social a nivel nacional. En la cumbre de desarrollo social que tendrá lugar en Catar a finales del próximo año, se espera que los países se ayuden mutuamente en la implementación de la Agenda 2030.

El Pacto por el Futuro, recientemente adoptado, propone invertir en las personas para erradicar la pobreza y mejorar la confianza y la cohesión social después de décadas de incertidumbre que han erosionado la confianza de la población en sus gobiernos. No obstante, los informes sociales para 2025 predicen que la escala y complejidad de los problemas globales superarán la capacidad de las políticas e instituciones existentes para abordarlos. Es necesario un enfoque colaborativo a nivel internacional para hacer frente a estos desafíos crecientes.

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