Koldo, cuyo nombre completo era Juan Carlos Campos Sagaseta de Ilurdoz, falleció en País Vasco a través de la muerte asistida, en la que su familia y amigos, incluyendo personas de República Dominicana y otros países, leían poesía mientras se despedía con una sonrisa tranquila. Nacido en Pamplona en 1954, estudió magisterio y se convirtió en maestro, pero su verdadera pasión era la escritura de poesía, teatro y narrativa, además de su compromiso con la verdad y la justicia.

Además de sus habilidades literarias, Koldo era actor, dramaturgo, columnistay un riguroso corrector. Adoptado por República Dominicana en 1981, se consideraba vasco, dominicano, cubano, sandinista, saharaui, palestino, indio, negro y mujer. Su personalidad creativa y crítica generaba opiniones encontradas en quienes lo conocían, ya que algunos lo admiraban por sus fuertes convicciones sociales y políticas, mientras que otros lo rechazaban por la misma razón.

Durante su tiempo en la redacción de El Nacional, Koldo destacó por su creatividad y responsabilidad como corrector. Su humor y su interés por la actividad cultural y social en Santo Domingo lo convirtieron en una figura querida por sus colegas. Como columnista de "Cronopiando", compartía sus reflexiones de forma abierta y con un enfoque crítico.

El concepto de muerte asistida, legal en España pero proscrito en República Dominicana, se refiere a la posibilidad de que los médicos proporcionen los medios para que una persona pueda elegir poner fin a su vida, generalmente en casos de enfermedades terminales e incurables. Koldo decidió optar por esta opción debido a su condición clínica sin retorno, y planificó cada detalle del proceso en compañía de sus seres queridos, quienes leían poesía durante su despedida.

La muerte de Koldo ha dejado un legado literario y cultural en ambas naciones que lo acogieron, y su personalidad dividida entre el amor por la verdad y la justicia ha dejado una marca imborrable en quienes lo conocieron. Su capacidad para generar reflexión y debate a través de sus obras literarias y su compromiso con las causas sociales y políticas han quedado grabados en la memoria de aquellos que lo admiraban y respetaban.

La figura de Koldo representa la dualidad entre la admiración y el rechazo, entre la creatividad y la crítica, entre la pasión por la escritura y el compromiso con la justicia social. Su legado perdurará a través de sus obras y sus acciones, que continúan inspirando a aquellos que buscan la verdad y la belleza a través de la literatura y el arte. Su partida, a través de la muerte asistida, es un recordatorio de la importancia de respetar la decisión personal y la dignidad de cada individuo en sus momentos más íntimos y trascendentales.

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