El turismo es una actividad económica fundamental en muchos países, pero la masificación turística está generando problemas como ruidos, aglomeraciones, expulsión de población local y encarecimientos. En Europa se están discutiendo medidas para combatir estos excesos, mientras que en América Latina la relación con el turismo varía según el país. Por ejemplo, Venecia ha comenzado a cobrar una entrada a los turistas para reducir la masificación en la ciudad.

Francia ha aprobado una ley para regular el alquiler turístico de viviendas, mientras que lugares como los acantilados de Etretat o el Parque Nacional de Calanques en Francia han limitado el acceso para preservar el ambiente. En Asia, Japón ha tomado medidas en lugares como Kioto para controlar la masificación turística. En el Sudeste Asiático también se están aplicando tasas de entrada para controlar el turismo masivo, como en la isla de Bali en Indonesia.

En el Everest, Nepal ha elevado el precio del permiso de escalada para controlar la afluencia de montañeros y reducir los daños ambientales. En Europa, países como Alemania buscan atraer más turismo, mientras que en los países nórdicos se están implementando medidas para controlar la masificación. En Portugal y España también se han generado conflictos por el impacto del turismo masivo en la vivienda y en el medio ambiente.

En América Latina, países como México, Brasil y Costa Rica enfrentan desafíos relacionados con el turismo masivo. En la República Dominicana, Perú y Colombia también existen preocupaciones por el impacto del turismo en el medio ambiente y las comunidades locales. En Uruguay, el turismo de cruceros no ha generado problemas significativos, mientras que en destinos como Buenos Aires y San Pedro de Atacama hay tensiones por la presión sobre los recursos naturales y la infraestructura local.

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