El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha experimentado una decadencia significativa desde sus días de gloria, cuando era considerado "la fábrica de presidentes". Fundado en 1973 por Juan Bosch, el partido aspiraba a continuar la obra de Juan Pablo Duarte bajo principios de disciplina y unidad. Sin embargo, la falta de cohesión interna ha contribuido a su declive actual. En 2012, Danilo Medina asumió su tercer mandato consecutivo como presidente del partido, pero las tensiones con Leonel Fernández y la confrontación interna han debilitado su posición.
La estrella del PLD brilló por primera vez en 1996, cuando Leonel Fernández alcanzó la presidencia con el apoyo de Joaquín Balaguer en una alianza contra el PRD. Sin embargo, las tensiones entre Fernández y Medina comenzaron a surgir en 2007, y la crisis interna estalló en 2019 cuando el sector leonelista se opuso a una nueva modificación constitucional que permitiría la reelección de Medina. A pesar de renunciar a la reelección y apoyar a Gonzalo Castillo, Medina volvió a ganar la presidencia del PLD en 2024 con un amplio margen de votos, provocando más divisiones en el partido.
En 2016, el sector de Fernández accedió a apoyar la reelección de Medina a cambio de que Fernández fuera el candidato en 2020, en un acuerdo conocido como el "Pacto de Juan Dolio". A pesar de lograr una histórica victoria sobre el PRM, la salida de Fernández y la fundación de la Fuerza del Pueblo marcaron el inicio de un éxodo de miembros del PLD hacia otros partidos. Escándalos judiciales y la suspensión de las elecciones municipales de 2020 agravaron la crisis del partido, que ha perdido 2.3 millones de votos desde 2016 y ha caído al tercer lugar entre los partidos mayoritarios.
Ante la debacle, Danilo Medina y Charlie Mariotti renunciaron a la presidencia y secretaría general del PLD, prometiendo una renovación profunda a través del X Congreso Reinaldo Pared Pérez. Sin embargo, Medina decidió permanecer en el liderazgo a petición de una parte del Comité Político, lo que provocó divisiones internas. El reto ahora es revitalizar al PLD para que recupere su competitividad de cara a las elecciones de 2028, evitando seguir el camino de otros partidos que han perdido relevancia en la política dominicana.
En resumen, el PLD ha pasado de ser un partido robusto y dominante a enfrentar una crisis interna que ha debilitado su posición en el escenario político dominicano. Las divisiones entre sus líderes, los escándalos judiciales y la pérdida de votos han llevado al partido a una situación crítica. La renovación prometida tras las renuncias de Medina y Mariotti será crucial para determinar el futuro del PLD y su capacidad para recuperar su influencia en la política del país.