El mundo del trabajo está en constante cambio y la relevancia del movimiento sindical en el futuro dependerá de su capacidad para adaptarse a nuevas realidades, como cambios en la composición de la fuerza laboral y la forma de hacer negocios. Según Manuela Tomei, directora general adjunta para Gobernanza, Derechos y Diálogo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el movimiento sindical es uno de los modos de representación más importantes del mundo, con 250 millones de trabajadores sindicados. Sin embargo, la sindicación ha disminuido en la región de Europa y Asia Central en los últimos diez años, mientras que ha aumentado en la región de Asia-Pacífico, que ahora cuenta con el 36% de los trabajadores sindicados en el mundo.

Además de la cantidad de trabajadores sindicados, la salud del movimiento obrero se puede medir por su influencia en el debate político y el diseño de políticas públicas, así como por su capacidad para afrontar nuevos retos, como la digitalización de la economía y el uso de inteligencia artificial. Manuela Tomei lamenta que se haya olvidado la negociación tripartita (gobiernos, patronales y sindicatos) que fue exitosa durante la pandemia de covid-19 para mitigar la pérdida de empleos y el hundimiento de los negocios. La falta de diálogo tripartito ha llevado a un deterioro del espacio cívico, las libertades civiles y los derechos de los sindicalistas y organizaciones patronales.

Tradicionalmente, los sindicatos han atraído a trabajadores con empleos formales y sueldos fijos, pero con el cambio en la organización del trabajo, los trabajadores autónomos y en empleos informales son cada vez más importantes para mantener la base sindical. En algunos países, los trabajadores autónomos se están uniendo a los sindicatos, mientras que en lugares donde el trabajo informal es común, los sindicatos están ajustando sus estrategias y servicios para llegar a estos trabajadores. Los cambios van de la mano con la digitalización de tareas previamente realizadas por trabajadores, aunque la OIT no prevé una pérdida masiva de empleos.

La preocupación principal de la OIT es la polarización de los empleos debido a la inteligencia artificial, ya que solo aquellos que puedan costear esta tecnología se beneficiarán de ella. Para evitar que la brecha digital aumente, se requieren inversiones públicas masivas en infraestructura y formación, además de inversión privada. Sin embargo, en los países en desarrollo, no se están viendo estas inversiones. En definitiva, la adaptabilidad del movimiento sindical, su capacidad para afrontar nuevos desafíos y llegar a una gama más amplia de trabajadores será crucial para su relevancia y vigencia en el futuro.

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