La percepción como narrativa discursiva no es relevante en la realidad política actual. La validez del discurso político debe basarse en la objetividad para no perder la credibilidad ante el electorado. Para las próximas elecciones, los candidatos de la oposición carecen de propuestas y se centran en criticar al gobierno actual. Las grandes concentraciones y discursos efervescentes son cosas del pasado.
Algunos consideran que el panorama político actual es claro, mientras que otros creen que sacrificar las encuestas no es apropiado. El cortejo a los electores se ha vuelto obsoleto, y se destaca la cita de Paolo Virno sobre la imposibilidad de cambiar lo que parece memoria. Las redes sociales se han convertido en un salvavidas para la actual campaña electoral, aunque el uso del ciberlenguaje puede confundir el mensaje con noticias falsas.
En la nueva sociedad de la información, el uso de las redes sociales ha transformado las campañas electorales, con la presencia de bots, haters y trolls que los candidatos deben enfrentar. A pesar de este panorama tumultuoso, el discurso basado en propuestas sigue siendo relevante y no perderá vigencia. Es importante mantener la objetividad y la credibilidad en el discurso político, incluso en un entorno dominado por las emociones y las fake news.
En este contexto, los candidatos deben adaptarse a la nueva era de la información y el conocimiento, utilizando estrategias que les permitan comunicarse de manera efectiva en las redes sociales. Aunque el discurso político ha evolucionado, sigue siendo fundamental ofrecer propuestas concretas para convencer al electorado. En definitiva, la clave para ganar la confianza de los votantes radica en la objetividad y la coherencia en el mensaje político.