En San José, Costa Rica, el sociólogo, historiador y exministro de Educación de Nicaragua, Humberto Belli, denunció que el Gobierno de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo pretenden "extirpar" el amor a Cristo y a su Iglesia en Nicaragua. Según Belli, detrás de las motivaciones políticas hay un afán siniestro de eliminar el amor a la religión en la población. La expulsión de líderes religiosos como el nuncio apostólico monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag y los obispos Nicargüenses Silvio Báez, Rolando Álvarez e Isidoro Mora, así como 136 sacerdotes, ha generado una crisis en la Iglesia católica nicaragüense.
Según un estudio realizado por la investigadora nicaragüense exiliada Martha Patricia Molina, desde abril de 2018, 245 religiosos han sido obligados a exiliarse o han sido expulsados de Nicaragua. Esto incluye un nuncio, tres obispos, 136 sacerdotes, tres diáconos, once seminaristas y 91 religiosas o monjas. Además, en agosto las autoridades nicaragüenses enviaron al Vaticano a nueve sacerdotes de la Diócesis de Matagalpa, lo que eleva el número de religiosos expulsados u obligados a exiliarse a 254. Belli afirmó que nunca antes en la historia de Nicaragua se había visto una persecución tan intensa contra la Iglesia católica del país.
El exministro de Educación durante la Administración de Violeta Chamorro aseguró que Nicaragua ha perdido más de la cuarta parte de su clero católico, con la Diócesis de Matagalpa siendo una de las más afectadas. De 73 sacerdotes, solo quedan 13 en esta diócesis. Además, el Gobierno de Nicaragua ha tomado medidas para privar a la Iglesia de sus fondos y propiedades, así como para prohibir actividades religiosas y la asistencia a servicios religiosos en áreas rurales. Esta situación, según Belli, no solo afecta a los líderes religiosos, sino también a millones de fieles que se ven privados de acceso a actividades caritativas y educativas.
Belli denunció la "campaña tan destructiva" que lleva a cabo el Gobierno de Nicaragua contra la Iglesia católica, con medidas que van desde la confiscación de fondos y propiedades hasta la prohibición de actividades religiosas. Esta situación ha generado un contexto de gran tensión entre el Gobierno de Daniel Ortega y la Iglesia católica, con expulsiones y encarcelamientos de líderes religiosos, prohibiciones de actividades religiosas y la suspensión de relaciones diplomáticas. Según Belli, detrás de estas acciones hay un intento de "extirpar en la población el amor a Cristo y a su Iglesia".
En resumen, la situación en Nicaragua ha llevado a la expulsión y exilio de cientos de líderes religiosos, generando una crisis en la Iglesia católica del país. El Gobierno de Daniel Ortega ha tomado medidas para limitar la presencia y las actividades de la Iglesia, lo que ha provocado tensiones y conflictos. Humberto Belli denunció estas acciones como parte de una campaña para eliminar el amor a la religión en la población nicaragüense, lo que ha tenido consecuencias devastadoras para los fieles y para la comunidad en general.