Cada año, aproximadamente 14 millones de personas en todo el mundo sufren un accidente cerebrovascular (ACV), siendo la segunda causa de muerte a nivel global y la principal causa de discapacidad. En Argentina, se estima que alrededor de 120.000 personas sufren un ACV cada año, provocando la muerte de 40.000 de ellos. Recientemente, el periodista Gerardo Tato Young sufrió un ACV en su hogar y fue intervenido quirúrgicamente en la Clínica La Trinidad de Palermo. Es fundamental actuar con celeridad en caso de un ACV, ya que cada minuto sin atención médica puede resultar en la muerte de aproximadamente 2 millones de neuronas.

Existen dos tipos principales de ACV: el isquémico, causado por una obstrucción en una arteria que impide el flujo sanguíneo al cerebro, y el hemorrágico, que se produce cuando una arteria se rompe y provoca una hemorragia en el cerebro. En ambos casos, es crucial identificar rápidamente los síntomas del ACV y buscar atención médica de inmediato para reducir el riesgo de muerte y discapacidad. La Fundación Argentina Contra el Ataque Cerebral promueve la identificación precoz del ACV a través de la sigla "HaBraSo", que indica signos como la dificultad para hablar, la debilidad en los brazos y la sonrisa asimétrica.

Algunos de los factores de riesgo más importantes para sufrir un ACV incluyen la falta de actividad física, el sobrepeso u obesidad, el colesterol alto, el consumo de alcohol excesivo y la hipertensión arterial. Este último factor es el principal asociado al desarrollo de ACV, afectando a una de cada tres personas en Argentina. Para prevenir los accidentes cerebrovasculares, es fundamental adoptar un estilo de vida saludable que incluya dejar de fumar, reducir el consumo de sal y sodio, consumir más frutas y verduras, realizar actividad física regular y evitar el consumo nocivo de alcohol.

Diferentes organizaciones promueven acrónimos y reglas nemotécnicas para identificar precozmente los síntomas de un ACV, como "HaBraSo" y "R.A.P.I.D.O", que hacen referencia a señales como el rostro caído, la pérdida de fuerza en brazos y piernas, la alteración en el equilibrio y la dificultad para hablar. La consulta temprana ante cualquier síntoma de ACV es fundamental, ya que puede ayudar a disminuir las secuelas posteriores y salvar vidas. Además, se recomienda controlar la presión arterial, reducir el consumo de colesterol y grasas saturadas, dejar de fumar, controlar la diabetes, mantener un peso saludable y realizar ejercicio con regularidad como medidas de prevención.

En resumen, los accidentes cerebrovasculares son una condición grave que puede prevenirse en gran medida con la adopción de medidas de prevención y la identificación temprana de los síntomas. Es fundamental actuar con celeridad en caso de un ACV, ya que cada minuto cuenta para evitar daños y secuelas a largo plazo. Adoptar un estilo de vida saludable, bajo la supervisión de un profesional médico, es clave para reducir el riesgo de sufrir un ACV y promover la salud cardiovascular en general.

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