Los sectores de Gualey y Los Tres Brazos en Santo Domingo Este se preparan para las crecidas del río Ozama cada vez que llueve en el Distrito Nacional. Los vecinos tratan de proteger sus pertenencias cubriendo muebles, electrodomésticos y ropa con plásticos, pero la corriente siempre gana. Muchos residentes han perdido todo en estas inundaciones, como el caso de Roberto Díaz en Gualey, quien solo tiene la ropa que lleva puesta y un colchón entre paredes de madera y planchas de aluminio y zinc.
En el barrio Los Tres Brazos, Omar Bienvenido Mateo, dueño de una barbería, sufre constantes inundaciones que le impiden llevar una vida normal. A pesar de asegurar sus objetos de valor, el nivel del agua sigue subiendo y tiene que esperar a que baje. Mateo continúa trabajando en su barbería incluso cuando se inunda, mientras ve cómo otros negocios cercanos se ven obligados a cerrar. La lluvia torrencial ha sido un problema persistente para los residentes de esta zona.
En el caso de Ramón Acosta Ramírez, otro residente de la Ribera del Ozama, la inundación de su hogar a orillas del río también es una realidad constante. Cuando el agua sube, deben evacuar la zona y dejarla al río. A pesar de tomar medidas como cubrir los muebles con plásticos, el miedo a ser robados durante las crecidas también es una preocupación. Los residentes de esta zona luchan contra las adversidades causadas por las lluvias y las crecidas del río Ozama.
Históricamente, los gobiernos han intentado desalojar y reubicar a las personas que viven a orillas del río Ozama, sin embargo, muchas de ellas regresan a sus sectores de origen. A pesar de los esfuerzos para prevenir las inundaciones, los residentes de áreas como Gualey y Los Tres Brazos continúan enfrentando las consecuencias devastadoras de las crecidas del río. Las pérdidas materiales y el miedo a los robos durante las inundaciones son una realidad cotidiana para estos habitantes.
La situación en Gualey y Los Tres Brazos refleja la precariedad en la que viven muchos de sus habitantes, quienes enfrentan constantes inundaciones y pérdidas materiales como resultado de las crecidas del río Ozama. A pesar de los esfuerzos por proteger sus pertenencias, la fuerza de la corriente sigue afectando a estas comunidades. La falta de soluciones a largo plazo para abordar este problema genera un ciclo de vulnerabilidad y pérdida para los residentes de estas zonas.